Los cuatro fundamentos del mindfulness son los principios subyacentes de la práctica del mindfulness. Es lo que el Buda dijo acerca de la atención plena en sus sermones de enseñanza o ‘suttas’, y de cómo podemos utilizar estos principios en nuestra vida diaria, profundizar nuestro mindfulness y acercarnos a nuestros objetivos espirituales. En las próximas cuatro entradas resumiré estos cuatro fundamentos, basándome en los libros de los grandes maestros Bhante Henepola Gunaratana y Bhikkhu Analayo.
La premisa básica de la práctica de Mindfulness es muy sencilla. El cuerpo efectúa una gran parte de las acciones sin la participación de nuestro conocimiento, es decir, realizamos muchas acciones sin tener conciencia de ellas ni de las sensaciones, emociones y pensamientos que provocan. La práctica Mindfulness nos enseña a llevar a cabo con total atención todo lo que hacemos.
La pregunta que surge entonces es ¿Por qué es importante la alerta completa?. La respuesta es porque cuanto más conscientes seamos de nuestras acciones y de las sensaciones, percepciones y pensamientos que originan, más profunda será nuestra visión de por qué hacemos lo que hacemos. La alerta nos permite percibir si nuestras acciones provienen de impulsos beneficiosos o perjudiciales.
Cuando somos conscientes de las raíces profundas a partir de las cuales nacen nuestros pensamientos, palabras y acciones, tenemos la oportunidad de cultivar aquellos que resultan más beneficiosos y de eliminar los dañinos.
La práctica de Mindfulness nos ayuda a reconocer que las acciones beneficiosas aportan paz mental y felicidad a nuestra vida cotidiana. El hecho de ser conscientes momento a momento nos brinda la oportunidad de elegir.
El objetivo principal de la práctica es la liberación del sufrimiento, comprendiendo que el único lugar en el que podemos encontrar esa paz y libertad respecto del sufrimiento es aquí y ahora, en nuestro propio cuerpo y mente.
La práctica de Mindfulness no busca por lo tanto la liberación en lo exterior, sino en la experiencia interna. El sufrimiento consiste en no aceptar que nacemos sin elegirlo, que podemos enfermar, que envejecemos, que morimos, que no siempre podemos obtener lo que deseamos y que podemos perder lo que tenemos. Esto nos sucede porque vivimos en la ignorancia y estamos atados a ella por condicionamientos que desconocemos.
Para salir de la ignorancia y trascender esos sufrimientos, hace falta saber cómo funciona la mente y entrenarla a través de la meditación para poder vivir plenamente.
La práctica de Mindfulness implica la comprensión de las tres características de la existencia: insatisfacción (sufrimiento), impermanencia (transitoriedad) e impersonalidad (ausencia de un yo permanente). Este es el único camino que conduce a la comprensión de la causalidad (origen dependiente y condicionado de todo lo que existe).
A modo introductorio, los cuatro fundamentos del mindfulness son:
Mindfulness del cuerpo
Consiste en practicar el reconocer que el cuerpo no es algo sólido y homogéneo, sino un conjunto de partes, lo que nos permite ‘reconocer el cuerpo como cuerpo’.
Mindfulness de las sensaciones
Consiste en ‘contemplar la sensación en las sensaciones’. Al igual que ocurre con el cuerpo, las sensaciones pueden ser objeto de múltiples subdivisiones. Tradicionalmente, se habla de tres tipos de sensaciones: agradables o placenteras, desagradables y neutras.
Mindfulness de la mente
Consiste en observar la mente no como una entidad única, sino como una sucesión de casos particulares de la ‘mente en la mente’.
Mindfulness de los dhammas o fenómenos
Consiste en comprender que ‘la verdad reside en nuestro interior’, que las raíces del sufrimiento están dentro de nosotros y que el método para eliminar el sufrimiento también reside en nuestro interior.
En resumen, el Sutta de los cuatro fundamentos del mindfulness es una enseñanza muy poderosa ya que es el camino hacia la liberación permanente del sufrimiento. Al entrenar la mente para estar alerta las veinticuatro horas del día, comenzamos a percibir que los objetos materiales son menos sólidos de lo que nos transmiten nuestros sentidos ordinarios.
De igual manera, reconocemos que nuestras sensaciones y pensamientos se hallan en continuo flujo. Este tipo de atención nos libera del deseo de aferrarnos a las cosas y las personas con el pensamiento ‘esto es mío’ y de considerar, con el pensamiento ‘yo soy esto’ o ‘este es mi yo’, que nuestro propio cuerpo y mente son fijos e inmutables.
Es por ello que cuando practicamos mindfulness y permanecemos atentos todo el tiempo, la mente se purifica y se vuelve luminosa y estamos más cerca de la liberación.
Muchas gracias por leerme y un abrazo grande y afectuoso,
Ismael