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Los cuatro fundamentos del mindfulness: ‘Mindfulness de la mente’

  1. Mente & Consciencia

El tercero de los cuatro fundamentos del mindfulness es el ‘mindfulness de la mente’. En este tercer fundamento, el Buda explicó que cualquier pensamiento que cultivemos con frecuencia se convertirá en un hábito mental. El primer paso necesario consiste en observar la naturaleza de la mente para poder avanzar con una mejor comprensión. Nos encontramos en primer lugar con la diferenciación entre mente y consciencia.

Mente

  • Es un fenómeno no físico que percibe, siente, reconoce, piensa y reacciona. 
  • Es un fenómeno transitorio y dependiente que emerge como resultado de causas y condiciones.
  • Es carente de forma, lo que significa que en ella pueden aparecer pensamientos y otros objetos mentales. 
  • No hay un solo lugar en el cuerpo donde se ubique la mente, si bien opera a través del cerebro y del sistema nervioso central.
  • No existe tal cosa como la mente aislada, sino que solo conocemos la mente gracias a sus contenidos.
  • En lugar de la palabra ‘mente’, tiene más sentido hablar del ‘complejo cuerpo-mente’, es decir, de una combinación de factores mentales (incluyendo contacto, sensación, percepción, atención, concentración, fuerza vital y volición) que cooperan en cada momento de consciencia.

Consciencia

  • Aunque la consciencia está presente en cada pensamiento, percepción y sensación, no mantiene una existencia independiente.
  • No nos percatamos de la consciencia hasta que entra en contacto con un objeto.
  • La consciencia surge dependiendo de los seis sentidos y del contacto de estos con sus objetos correspondientes.
  • En sí misma, la consciencia que surge como resultado del contacto con los objetos es pura. Pero, casi de manera simultánea con la consciencia, también surge el deseo (quiero esto), la aversión (no quiero esto), la ilusión (esto soy yo) o alguna confusión relacionada.
  • La función del agregado de la consciencia es la alerta básica. El hecho de no saber cómo surge la consciencia, cómo termina y qué conduce a ese final, es lo que e denomina ignorancia. Por eso la consciencia es tan difícil de entender. 

Purificar la mente

¿Cómo practicamos el Mindfulness de la mente? Puesto que solo conocemos la mente a través de sus contenidos, no podemos contemplar o enfocarnos en la mente de manera aislada. La práctica consiste en limpiar la mente para que las tendencias dañinas que nos conducen al deseo, a la aversión y a la ignorancia no tengan la oportunidad de manifestarse en forma de acciones. La práctica de Mindfulness es el modo de conseguirlo de la manera más eficaz. La práctica consiste en dos tipos de meditación:

  • Meditación de concentración: la mente se calma y se estabiliza.
  • Meditación de visión profunda: erradica obstáculos y resto de tendencias negativas y nos ayuda a superar la ignorancia.

2. Estados mentales

Cuando aparece en nuestra mente una consciencia caracterizada por una tendencia negativa como la codicia, en lugar de observar la mente, hacemos automáticamente lo que demanda la mente codiciosa. De ese modo seguimos nuestro instinto, actuando de forma ciega e impulsiva, aunque sospechemos que después nos arrepentiremos de nuestras acciones. Una vez que la mente cae en una obsesión, rara vez tenemos suficiente disciplina para ser conscientes de ello, y hablamos, pensamos y actuamos de manera precipitada. El entrenamiento en Mindfulness nos enseña a detenernos y observar la mente, en especial nos permite observar ocho pares de estados mentales con el objetivo de aprender a reconocer si la mente es (o está):

  • Codiciosa o no codiciosa: El objetivo del entrenamiento del Mindfulness es tomar conciencia de nuestros estados mentales para poder tomar medidas que cortocircuiten nuestras acciones impulsivas.
  • Odiosa o no odiosa: En su estado  natural, la mente es como el agua fresca, tranquila y clara. Los sentimientos de odio recalientan la mente y, bajo su influencia, hierve como el agua en una olla, distorsionando nuestra capacidad para pensar con claridad ver las cosas tal como son.
  • Engañada o no engañada: El engaño se manifiesta casi siempre en forma de confusión acerca de quiénes somos y el modo en que existimos. Cuando la codicia o el odio intensos se apoderan de la mente, pensamos: ‘debo tener eso’ o ‘lo desprecio’. El yo que surge en ese momento se siente muy sólido y necesitado. Es como si la mente estuviese atrapada en la prisión de esa necesidad perentoria. Debemos de recordar que antes de que la mente estuviera atrapada, era libre. Ese recuerdo de libertad nos ayuda a practicar Mindfulness. La clave radica en la transitoriedad. Cuando prestamos atención a los pensamientos engañosos, la nube de la confusión va desvaneciéndose poco a poco y no tarda en aparecer de nuevo el cielo despejado y azul de la mente. Cuando reconocemos el engaño como engaño, este cesa.
  • Contraída/distraída o no contraída/no distraída: Una mente contraída está deprimida o retraída. Este estado mental, relacionado con el desagrado, puede acaecer en cualquier momento. Cuando somos conscientes de que la mente se halla constreñida de esta manera, lo único que hay que hacer es seguir observando y observando. No hay que racionalizar o justificarse. No hay que permitir que un pensamiento te lleve a otro. No hay que aferrarse a nada. Tan solo hay que prestar atención. Este estado de ánimo también es transitorio y, como cualquier otro, se desvanecerá poco a poco.
  • Desarrollada o no desarrollada: Alcanzamos este estado de calma, paz y tranquilidad solo como resultado de una profunda meditación de concentración. En este caso, la mente va más allá de la conciencia ordinaria.
  • Suprema o no suprema: Significa que hemos logrado el estado más elevado. Un meditador consumado puede alcanzar este estado, pero también es temporal. Solo cuando logramos la liberación es permanente.
  • Concentrada o no concentrada: A veces, en lugar de cultivar una conciencia simple cuando uno se distrae, surge la queja. Estos pensamientos solo conducen a más quejas y preocupaciones. Debemos sencillamente darnos cuenta de ello. Entonces la mente no concentrada no tarda en desvanecerse y es posible volver a acceder a la concentración. La clave estriba en observar con Mindfulness.
  • Liberada o no liberada: Una mente liberada está libre de problemas -codicia, odio, engaño, contracción o distracción- y se halla en un estado desarrollado, supremo y concentrado. En los estados superiores de meditación de concentración, es posible alcanzar la liberación temporal. Si se siguen estrictamente los diferentes pasos del Mindfulness, la mente, puede, a la larga, liberarse por completo.

Los primeros cuatro pares de estados mentales se pueden experimentar tanto durante las prácticas formales como durante las prácticas informales. Los últimos cuatro pares tienen que ver con estados que solo es posible alcanzar con una práctica dedicada de meditación.

Trabajar con los estados mentales

Hay diferentes métodos para superar los estados mentales negativos y experimentar sus opuestos. Se enumeran por fuerza creciente. Si falla uno de ellos probamos con el siguiente:

  • Tomar conciencia: Adquirir conciencia de que existe ese estado mental. Para ello es necesario prestar atención a las sensaciones corporales primero, porque los estados mentales se somatizan siempre en el cuerpo. Observar luego la actividad de la mente para explorar y descubrir el estado mental que hay. Obsérvalo sin juzgarte porque exista ese estado mental y sin dejar que te arrastre. Para ello puedes utilizar la metáfora del cielo que observa las nubes que pasan, el fondo del mar que observa la superficie con las olas o la montaña que se mantiene firme ante los cambios atmosféricos o de estación a su alrededor.
  • Reemplazarlo: La codicia, el odio o el engaño surgen porque prestamos una atención desequilibrada a un determinado aspecto de un objeto. En su lugar, pasamos a prestar atención a otro aspecto sano de ese objeto.
  • Recordar el sufrimiento que origina: Si el estado mental no desaparece, examina el sufrimiento que acarrea a tu vida. 
  • Recordar que es transitorio: Si el pensamiento persiste, sigue observándolo y recuerda que todo estado mental nace y desaparece.
  • Doblegarlo: Si el pensamiento todavía persiste en tu mente, sigue observándolo de manera consciente y no desistas en tu trabajo hasta que desaparezca. Esto no significa luchar contra ese estado mental, sino observarlo hasta que surja la comprensión profunda de su origen para que desaparezca y no vuelva.

Muchas gracias por leerme y un abrazo grande y afectuoso,

Ismael

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