Donde no había público, ni metas, ni trofeos... pude reconocer mi verdadero Ser.
Durante años viví el sueño del alto rendimiento deportivo. Competí al máximo nivel, defendí la camiseta del Real Madrid y experimenté lo que significa exigirse más allá del límite.
Fue una etapa de esfuerzo, disciplina y logros… pero también de presiones invisibles, de silencios internos, de una exigencia y una obsesión que no me permitían parar ni sentir.
Aprendí a ir más allá del límite, pero no sabía parar.
Aprendí a rendir, pero no a escucharme.
Y fue ahí donde comenzó mi verdadera búsqueda:
¿Qué hay más allá del rendimiento y del resultado?
¿Quién soy cuando no estoy en ese camino continuo de querer alcanzar objetivos?
La montaña supuso un giro radical.
Me permitió conectar con la majestuosidad de la naturaleza y simplemente contemplarla.
Me enseñó a escucharme.
Me mostró mi vulnerabilidad.
Me ayudó a integrar el significado de estar presente en cada paso.
Y me abrió la puerta al mundo del silencio.
En la naturaleza descubrí la honestidad del presente.
Ya no era deportista ni profesional.
Era simplemente un ser humano volviendo a casa.
Y desde ese lugar, nació el propósito: acompañar a otros en sus propias travesías internas.
La meditación y el yoga no fueron sólo técnicas.
Fueron caminos.
Puentes hacia una forma distinta de vivir.
Aprendí a re-conocerme.
A dejar de luchar contra lo que siento.
A transformar el rendimiento en conciencia, la exigencia en comprensión, el hacer en ser.
Hoy estas prácticas son parte esencial del proceso que propongo.
Porque sin comprensión profunda, no hay transformación real.
Porque sin plena presencia, no hay verdadera claridad.
Porque sin conciencia, no hay discernimiento.
Y sin discernimiento, no hay libertad auténtica:
esa que nace de elegir conscientemente cómo vivimos cada momento.
Como profesor en el Máster de Psicología Deportiva de la Universidad Europea – Real Madrid, formo a quienes acompañarán a los deportistas del futuro.